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p. Julio E. Díaz Palacios
Presidente Red Perú
La lectura de la realidad, el diálogo con los actores de la política y del desarrollo, los medios de comunicación ponen en evidencia día a día, cuan contradictoria es nuestra realidad, particularmente la acción de gobernar. En efecto, las luces aportadas por propuestas y prácticas correctas e innovadoras se ven neutralizadas por conductas cuestionables, aferradas a viejos esquemas. Veamos algunos ejemplos.
1. Localismos y departamentalismos
El sentido de pertenencia o amor que muchos tienen por sus lugares de origen es un activo. Pero por déficit de formación cívica y política, algunas autoridades municipales promueven el localismo y los presidentes regionales se inclinan por el departamentalismo. Algunos de estos últimos posiblemente por estar pensando ya en las próximas elecciones (2010), en la que podrían tener una oportunidad para la reelección, y no en lo que podría convenir más al país.
2. Gobernar "es hacer obras"
Algunas autoridades están convencidos de que gobernar es hacer obras, descuidando otras dimensiones como el desarrollo humano, revalorar la política, la construcción de identidades y de visiones compartidas de futuro. Algunos presidentes regionales, por ejemplo, desearían hacer obras municipales y no las obras de carácter e impacto regional. Las autoridades provinciales quieran hacer obras distritales. Por focalizarse en la obra pequeña y colocar la placa de inauguración, descuidan la tarea grande que es planificar el desarrollo de su circunscripción, promover la máxima cohesión posible, fortalecer los actores del desarrollo y trabajar unidos.
3. Ser presidente, "es poder hacer lo que se quiere"
Fujimori compró un nuevo avión y se dio varias vueltas al mundo. En algunos casos Toledo hizo uso indebido del mismo viajando cerca de cien veces al Balneario de Punta Sal (según lo informa el Gobierno actual) y viene Alan García y decide que lo venderá. Los Presidentes pueden hacer lo que creen y el Parlamento que se autodenomina el primer poder del Estado en muchos aspectos no puede hacer nada. Esto es un reflejo del llamado presidencialismo del régimen político peruano. Muchos comienzan a debatir si conviene vender o no el avión presidencial, cuando en la agenda cotidiana debería estar otros temas, aquellos de verdadero valor estratégico.
4. Déficit en la formación de capacidades: Se hace el diagnostico pero no se prescribe el tratamiento.
El tradicional centralismo es causante del déficit de capacidades para la gestión pública a nivel regional y local. El CND y el Gobierno anterior fallaron en no generar las capacidades en el periodo anterior y hoy vemos las consecuencias. Centenares de millones de soles que no se pueden ejecutar por gobiernos regionales y locales. Como siempre es más fácil detectar las carencias que revertir los problemas. Es hora que se preocupe en aplicar una política intensiva de inversión en formación del llamado capital humano.
5. Discurso descentralista, practicas centralistas
Crear condiciones para que las autoridades vengan casi masivamente a Lima a entrevistarse con los voceros del Poder Ejecutivo, sin duda alguna, refuerza y reforzará el centralismo. Lo apropiado es que, además de transferir competencias y recursos, el Poder Ejecutivo comience a "despachar" algunos temas con autoridades subnacionales en las respectivas regiones.
6. En regiones y localidades, los partidos políticos nacionales no son habidos
Los líderes de los partidos políticos nacionales sostienen que sin ellos no hay democracia ni gobernabilidad. Incluso los más antiguos y tradicionales sostienen que ellos no representan solo a sus militantes, sino también al conjunto de la sociedad civil. Y que cuando ganan una elección tiene la potestad de gobernar solo con sus equipos de gobierno, por lo que consideran que la participación de la sociedad civil no es estrictamente necesaria, además los debilita. Sin embargo, la realidad de los partidos nacionales en las regiones y localidades es dramática, casi no existen (esto vale también para la mayoría de partidos regionales). Han sido capaces de ganar las elecciones, pero no de convertirse en organizaciones capaces de servir como instrumentos democráticos para gobernar. Si no prestan atención a este problema, no tienen por que lamentarse de los resultados en el 2010 y el 2011.
7. Construir un Estado organizado en base al principio de separación de poderes es una tarea pendiente
La Constitución de 1993 dice en su artículo que "el Estado Peruano es uno e indivisible. Su gobierno es unitario, representativo y descentralizado, y se organiza según el principio de la separación de poderes". Por eso a nivel nacional tenemos tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. A nivel regional acaba de aprobarse la Ley que separa las instancias ejecutiva (Presidencia y vice-presidencia) de la normativo-fiscalizadora (Concejo Regional). Esperamos que la separación de poderes se extienda gradualmente a las gobiernos locales de capitales de departamentos y provinciales. La perspectiva nos parece positiva pues así se irá construyendo un Estado más sólido, con poderes autónomos, lo que permitirá el fortalecimiento de las organizaciones políticas y así también será posible reducir en algo el presidencialismo y el alcaldismo de las autoridades principales a nivel regional y municipal.
8. Presidencialismos y alcaldismos
El Presidente de la República, con frecuencia, no coordina ni consulta con los Ministros, los Presidentes Regionales no coordinan ni consultan con los Consejeros Regionales, los Alcaldes no coordinan ni consultan con los Regidores. Todo esto se refleja luego en que los dirigentes de instituciones no consultan a sus bases y que los representes de las organizaciones de la sociedad civil ante los CCRs y CCLs, no coordinen con los ciudadanos. Los militantes de los partidos desconfían de sus dirigentes. El resultado de todo esto: Crisis de credibilidad y de confianza en las autoridades y divorcio de las entidades públicas, debilidad del sistema político.¿Esto son hechos aislados?: No. Esto se debe a que la estructura de las instituciones esta basada en la desconfianza. Como herederos de la tradición española, la desconfianza está instalada en nuestra narrativa, hábitos y prácticas. Por ello, las organizaciones están basadas en normas duras y rígidas, con costumbres arraigadas en la formalidad, con procedimientos estrictos, con reglamentos inflexibles. Por ello, las autoridades prefieren no confiar en los integrantes de sus propios equipos. ¿Por dónde comenzar a revertir esta situación?. No esperemos que las señales se den desde arriba, más bien deben darse desde cada territorio local y regional. La democracia se fortalece con el cumplimiento de un nivel de autoridad de sus respectivos roles y buscando siempre impulsar el trabajo en equipo.
9. El Presidente de la República y el Acuerdo Nacional
El Presidente Alan García en su propuesta de Plan de Gobierno ofreció institucionalizar el Acuerdo Nacional como un "Consejo Nacional de Concertación", en vista de la importancia de este espacio tripartito que a través del consenso ha aportado con 31 Políticas de Estado. Cuatro de estas propuestas y son parte de la agenda nacional de compromisos: la lucha contra la desnutrición crónica, la promoción de la inversión y el empleo digno, la implementación del Proyecto Educativo Nacional y la reforma de Estado. No obstante ello, a diferencia del Presidente Alejandro Toledo que se reunió varias veces con el Foro el Acuerdo Nacional, el Presidente Alan García, no lo ha hecho. Si Alan García hiciera esto y contribuyera a reforzar las relaciones entre el Acuerdo Nacional y las iniciativas de Acuerdo Regional, le haría un gran servicio a la democracia del país, al reforzar la cultura de dialogo y concertación. Pero se resiste a hacerlo. ¿Qué cálculos políticos hay en esta resistencia? ¿Por qué se oferta electoralmente una cosa y luego se hace lo contrario ?.
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